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Crímenes ocultos en Afganistán
La organización Human Rights Watch (Nueva York) entregó el 8 de marzo un informe sobre las violaciones al derecho internacional en Afganistán por parte de las fuerzas armadas estadounidenses, titulado “‘Enduring freedom’: Abuses by US Forces in Afghanistan” (“Libertad duradera”: abusos por parte de las fuerzas estadounidenses en Afganistán), del que publicamos algunos extractos 1.
Uso excesivo de la fuerza
durante las detenciones
Las fuerzas estadounidenses
emplean regularmente métodos militares para efectuar detenciones
en Afganistán, muchas veces sin respetar el derecho humanitario
internacional ni la Carta de los Derechos Humanos. Así se aplican a
menudo las reglas de intervención estadounidenses concebidas
para situaciones de combate en lugar de los procedimientos propios
a las detenciones civiles. Además, las deficiencias de los servicios
de informaciones provocaron que se desencadenaran acciones
contra personas que no estaban implicadas en las hostilidades, que
se produjeran pérdidas civiles durante las operaciones de
detención o que se destruyeran viviendas de manera injustificada.
Testimonios dignos de fe afirman además que las fuerzas
estadounidenses golpearon y sometieron a ciertos prisioneros, que
las tropas afganas que acompañaban a las estadounidenses
maltrataron fuertemente a civiles y robaron en las casas de las
personas detenidas.
Responsables de la ONU con base en
Kabul recogieron numerosas denuncias sobre el uso excesivo de la
fuerza por parte de tropas de la coalición en el sur, en el sudeste y en
el este del país. Esas denuncias afirman a menudo que las fuerzas
estadounidenses fueron manipuladas por afganos, [de modo que]
estuvieron implicadas sin saberlo en rivalidades locales. (...)
Según un responsable de la ONU
encargado de recibir los testimonios sobre las operaciones de 2002,
se le reprocha a las tropas estadounidenses "comportarse con una
brutalidad de cowboys" contra civiles que "generalmente resultan ser
ciudadanos respetuosos de la ley". Testigos afirman principalmente
que los soldados "destruyen las puertas con granadas en lugar de
golpear" y que tratan brutalmente a mujeres y niños. (...)
Ahmed Khan y sus hijos
Una tarde de julio de 2002 las
fuerzas estadounidenses tomaron por asalto la casa de Ahmed Khan, en
el distrito de Zurmat, en la provincia de Paktia. El distrito de
Zurmat no es totalmente estable, pero está estrechamente
controlado por fuerzas afganas aliadas a Estados Unidos. Durante el
asalto, Ahmed Khan y sus dos hijos, de 17 y 18 años, fueron detenidos, a
la vez que un campesino fue muerto de un balazo y una vecina resultó
herida. Human Rights Watch interrogó a testigos del asalto, que Ahmed
Khan relató como sigue:
"Era la época de la cosecha. Los
campesinos dormían junto a las parvas de heno... Debían ser las nueve
de la noche. Nosotros ya estábamos acostados, pero aún no dormíamos.
De golpe se produjo mucho ruido. Había helicópteros encima nuestro
y fuertes explosiones. La casa tembló. Las torres (los ángulos de la
casa) fueron alcanzadas... Comenzó el asalto. Los helicópteros se
aproximaron y se los oía dar vueltas y disparar con ametralladoras, lo
que producía un ruido enorme. Se oían explosiones. Destruyeron una
torre con un cohete, y también una de las paredes de la casa."
Según Ahmed Khan toda la familia
se puso cuerpo a tierra en la habitación, situada en el segundo
piso. Las balas rompieron los vidrios y las puertas. Vecinos afirman
haber visto a los helicópteros disparar contra la casa y sus
alrededores. Ahmed Khan relata cómo los soldados estadounidenses
entraron en su domicilio empuñando sus armas:
"Por las ventanas rotas pude ver
que había muchos soldados en el patio. Dispararon contra la puerta
(de entrada), la abrieron y subieron al piso de arriba. También
entraron por las ventanas que habían sido destruidas por los disparos
y las explosiones. Llegaron a nuestra habitación. Forzaron la
puerta y entraron apuntándonos con sus linternas y sus fusiles. Nos
hicieron señas para que levantáramos las manos. No había afganos
con ellos, ni intérpretes de pashtun. Luego vimos un intérprete en el
patio... Ataron las manos de los hombres y dijeron a las mujeres que
bajaran al patio. Luego nos llevaron también al patio."
Después, los soldados
estadounidenses y afganos registraron la casa, utilizando sus
armas para forzar las puertas.
"Ellos (los soldados
estadounidenses) llevaron a las mujeres a otro edificio (del otro
lado del patio). Luego registraron la casa. Rompieron todos los
vidrios y arrancaron las puertas de los placares. Dispararon contra
cajas y las dieron vuelta. (Posteriormente) nos pusieron capuchas y
nos hicieron salir. Subimos a un helicóptero. Yo oía el motor.
Volamos mucho tiempo... no sé cuánto tiempo. Luego me dijeron que
estaba en Bagram."
Luego del asalto se halló el
cadáver de Niaz Mohammad, un campesino del pueblo. Al respecto, un
vecino declaró a Human Rights Watch:
"(Más tarde) hallamos el cuerpo
del hombre que resultó muerto. Era Niaz Mohammad. Había recibido una
bala en un pie y otra en la espalda. Ésta había entrado por la espalda
y salido por el corazón. Lo encontramos cerca del molino."
Ahmed Khan y sus vecinos
declararon a Human Rights Watch que Niaz Mohammad dormía fuera de la
casa, cerca de una parva de heno, para que no le robaran la cosecha.
(...)
La familia de Ahmed Khan dice
haber perdido la mayoría de sus objetos de valor durante el asalto.
Las fuerzas estadounidenses confiscaron libros y cuatro armas
automáticas, que les fueron devueltos cuando Ahmed Khan y sus hijos
fueron liberados. Pero Ahmed Khan afirma que desaparecieron otros
bienes. (...)
Detenciones arbitrarias
Las fuerzas de Estados Unidos
capturan regularmente combatientes y civiles alzados en armas
contra las tropas estadounidenses, afganas o de la coalición, durante
combates u operaciones de detención. Sin embargo, las fuerzas
estadounidenses también detienen a civiles que no participaron de
las hostilidades, detenciones que algunas veces parecen
arbitrarias o basadas en informaciones parciales o en errores de
inteligencia.
En ocasiones, las fuerzas
estadounidenses detienen a todos los hombres en edad de combatir que
se hallan en los alrededores de la operación en curso. En otros casos
se detiene a personas porque los responsables estadounidenses
estiman que representan un riesgo para la seguridad o que pueden
colaborar con los servicios de informaciones, por ejemplo, cuando se
trata de religiosos o de líderes locales que pudieron haber tenido
contacto con los talibanes, o simplemente civiles que fueron vistos
en las cercanías durante un combate. Human Rights Watch interrogó a
numerosos civiles que fueron detenidos simplemente por haber
estado en el lugar menos aconsejable en el momento menos
aconsejable.
Para muchos de esos hombres, la
detención es el comienzo de un calvario durante el cual pueden ser
golpeados o maltratados, interrogados de manera repetida y
aparentemente aleatoria, y encerrados durante semanas o meses sin
poder ver a sus familias. Cuando son liberados a menudo se
encuentran con que su casa fue saqueada por soldados afganos.
Así, en mayo de 2002, fuerzas
estadounidenses tomaron por asalto dos casas del poblado de
Kirmati, cerca de la ciudad de Gardez, deteniendo a cinco hombres.
Todos ellos fueron liberados y llevados a Gardez. Durante el asalto,
varios testigos vieron aviones y helicópteros estadounidenses que
sobrevolaban el pueblo efectuando "disparos de represión" (suppressing
fire). Esa operación se produjo en un barrio
residencial y no pudo probarse que los estadounidenses hubieran
encontrado resistencia. Kirmati estaba entonces, y está aún, bajo
control de fuerzas afganas aliadas a Estados Unidos.
Los cinco hombres detenidos son
Mohammad Naim y su hermano Sherbat, Ahmaddullah y su hermano
Amanullah, y Khoja Mohammad. Mohammad Naim relata la operación:
"Era tarde, después de
medianoche. De golpe se produjo un gran ruido, un ruido enorme,
ensordecedor... Yo salí al patio. Repentinamente un hombre me
amenazó con su arma, y me rendí."
El hermano de Mohammad Nail
brinda un testimonio similar. Ahmaddullah y Amanullah fueron
detenidos en una casa vecina. Otro habitante del pueblo, Khoja
Mohammad, fue detenido cuando salió de su domicilio para ver qué pasaba.
(...)
Los cinco hombres fueron
trasladados a Bagram. Mohammad Naim continúa su relato:
"Nos arrojaron en una habitación,
manteniéndonos con la cara contra el piso. Así pasamos un buen rato.
Luego me levantaron y me llevaron a otro lado. Me sacaron la venda de
los ojos y pude ver que estaba solo. Había otras personas en la pieza
pero yo era el único prisionero. Me pusieron en el suelo, mientras un
hombre mantenía su pie sobre mi espalda. Un intérprete me preguntó
mi nombre y se lo dije. Me ordenaron sacarme la ropa y quedé desnudo.
Nos tomaron fotos así, desnudos. Luego nos dieron otra ropa, de color
azul marino.
Llegó un hombre con una bolsa
plástica. Me pasó la mano por el pelo y cortó unas mechas y también
unos pelos de mi barba... Lo peor de toda esa experiencia fue que nos
tomaban fotos cuando estábamos desnudos. Totalmente desnudos. Era
algo completamente humillante."
Según Mohammad y Sherbat Naim el
interrogatorio que tuvo lugar en los días siguientes fue muy vago, lo
que permite pensar que los investigadores estadounidenses no
tenían ninguna idea de quiénes eran los dos hermanos:
"Nos preguntaban: ‘¿Quiénes son
ustedes? ¿De qué trabajan?' Yo les decía: ‘Soy carnicero, el
carnicero del pueblo, nada más'. Me mostraron la foto de Khoja
Mohammad (otro de los pobladores detenidos) y me preguntaron si lo conocía.
Yo les respondí: ‘Por supuesto que lo conozco, es mi vecino'." (...)
Luego de dieciséis días de
detención, de los cuales seis de interrogatorios, los
estadounidenses liberaron a los cinco hombres. Sherbat declaró:
"Cuando nos dejaron en libertad,
un estadounidense nos dijo: ‘Les presentamos nuestras excusas en
nombre de Estados Unidos e incluso del presidente Bush. Lo sentimos
mucho'. Dijeron que nos darían una compensación por lo que había
ocurrido, que recibiríamos una ayuda. Pero no recibimos nada."
(...)
Centros de detención de la CIA
Los agentes de la CIA comenzaron a
operar en Afganistán poco después del 11 de septiembre de 2001, con la
intención de desarrollar operaciones militares y de
inteligencia. La CIA dispone de un gran centro de operaciones en
Kabul. Se trata de un edificio muy custodiado, situado en el barrio
de Ariana Chowk y rodeado por una muralla defensiva de trece metros
de alto, de alambre de púas y torres de vigilancia. La CIA posee además
un centro de detención y de interrogatorios en la base aérea de
Bagram, a pesar de que esto nunca fue reconocido oficialmente por
Estados Unidos. Es imposible saber quién está detenido allí, por
cuánto tiempo y en qué condiciones. También se ignora cuáles son los
criterios que motivan la transferencia de prisioneros detenidos en
este sitio hacia otras instalaciones estadounidenses.
Human Rights Watch interrogó a un
ex jefe talibán que estuvo ocho meses detenido en un
establecimiento que no figura en las listas, situado en las afueras
de Kabul. Allí era custodiado por soldados afganos pero
interrogado por estadounidenses de civil. Dado que el personal
militar estadounidense está obligado a llevar uniforme en
Afganistán, es posible que esos investigadores pertenecieran a la
CIA. El ex jefe talibán dijo que además de él había otros prisioneros.
Oyó sus voces y también a los custodios hablar con otros detenidos.
Dice haber colaborado con los estadounidenses y no haber sido
maltratado. Cree que estuvo detenido en una prisión del barrio de
Shashdarak, en Kabul, o en el centro de la CIA que se encuentra en
Ariana Chowk.
También está probado que Estados
Unidos mantiene detenidas en Afganistán a personas capturadas
fuera de ese país. (...)
Las condiciones legales
Las leyes humanitarias internacionales
protegen los derechos de toda persona detenida y encarcelada
durante un conflicto armado. Desde la formación del gobierno de
Karzai los combates que se desarrollan en Afganistán son
considerados como un conflicto "no internacional", un conflicto
armado interno. Las personas detenidas durante un conflicto
armado interno deben ser tratadas según el artículo 3 de la
Convención de Ginebra, de acuerdo a los términos del derecho
humanitario internacional consuetudinario y según la Carta
Internacional de los Derechos Humanos.
En un conflicto interno las
personas detenidas durante los combates pueden ser juzgadas por
haber tomado las armas contra el gobierno. Por lo tanto se trata de
una situación diferente a la de un conflicto internacional, en que
los soldados deben ser tratados según el "privilegio del
combatiente" que prohíbe que se les inicien causas judiciales por el
simple hecho de haber participado en el combate. Esto significa
que el gobierno afgano puede juzgar ante la ley afgana a cualquier
persona que participe en el actual conflicto. Sin embargo, esos
juicios deben ser llevados a cabo por tribunales conformes a las
normas legales internacionales.
Las personas detenidas que no
participaron en las hostilidades deben ser formalmente acusadas
de un delito o liberadas. Esas personas gozan de la protección de la
Carta de los Derechos Humanos, y fundamentalmente del derecho a saber
de qué se las acusa, a disponer de un abogado y a un proceso justo a
cargo de un tribunal independiente. Algunos de esos procedimientos
pueden ser suspendidos cuando se declara el estado de urgencia, pero
ello "en la estricta medida de las exigencias impuestas por la
urgencia de la situación". En tal sentido, el derecho a un proceso
justo y a cargo de un tribunal independiente jamás puede ser
violado.
A pesar de que Estados Unidos
continúa afirmando que el de Afganistán es un conflicto de tipo
internacional, su comportamiento respecto de los prisioneros se
muestra contrario a la ley internacional. Durante los conflictos
armados internacionales se puede detener a civiles por razones
"imperativas de seguridad" pero no pueden permanecer detenidos
por tiempo indefinido. La cuarta Convención de Ginebra autoriza su
detención "sólo si la seguridad de la potencia que los tiene en su
poder está inmediatamente amenazada". Incluso en ese caso, el
prisionero tiene derecho a exigir que se revise su situación "lo más
rápidamente posible" por parte de una corte o de una instancia
administrativa creada a tal efecto por la potencia que lo tiene
prisionero. De ello resulta que la mayoría de las reglas que rigen los
conflictos internos se aplican también a los conflictos internacionales.
Al no respetar esas reglas Estados Unidos viola el derecho
internacional. (...)
Malos tratos en detención
Human Rights Watch recibió
testimonios creíbles sobre malos tratos infligidos a prisioneros
en el centro de detención situado en la base aérea de Bagram. (...)
Dos prisioneros detenidos en
Bagram en marzo de 2002 (que luego fueron trasladados a Guantánamo y
posteriormente liberados y repatriados) dicen haber sido mantenidos
en celdas durante varias semanas, en grupos y sólo vestidos con ropa
interior. Según ambos hombres, había reflectores que iluminaban la
celda mientras que los soldados estadounidenses se relevaban para
impedirles dormir, golpeando las rejas con sus garrotes. Además
afirma haber vivido en medio del miedo y la desorientación a causa
de la falta de sueño, situación que habría durado varias semanas.
Durante los interrogatorios se los obligaba a mantenerse de pie
durante varias horas, debiendo soportar una lámpara dirigida
contra sus ojos. Se les decía que si permanecían totalmente
inmóviles se los interrogaría sólo durante una hora. Si hacían
cualquier movimiento, como girar la cabeza, alguien les decía: "el
cronómetro vuelve a ponerse en marcha desde cero". Por medio de
intérpretes, los estadounidenses, situados detrás de ellos, les
gritaban las preguntas. (...)
Un periodista de Associated
Press entrevistó a dos prisioneros, Saif-ur Rahman y Abdul Qayyum,
detenidos en Bagram desde fines de 2002 hasta principios de 2003.
Qayyum fue detenido en agosto de 2002 y Rahman en diciembre del mismo
año. Ambos pasaron más de dos meses en la cárcel. En entrevistas
separadas los dos dijeron que se les impedía dormir, que se los obligó
a mantenerse de pie durante largos períodos y que fueron insultados
de manera humillante por mujeres soldados. Rahman dijo haber
pasado la primera noche de detención desnudo en una celda helada,
donde lo rociaban con agua fría. Cree que estaba en la base militar de
Jalalabad. Posteriormente, en la base de Bagram, soldados
estadounidenses lo obligaron a permanecer acostado en el piso,
desnudo, inmovilizado por medio de una silla. Declara que estuvo
siempre encadenado, incluso para dormir, sin derecho a hablar con
los otros prisioneros. Qayyum y Rahman habían tenido relación con uno
de los jefes de la provincia de Kunar, Rohullah Wakil, elegido en 2002
en la loya
jirga de Kabul, posteriormente detenido en
agosto de 2002 y aún en prisión.
Según los testimonios de
detenidos ya liberados, los estadounidenses castigan a los
prisioneros de Bagram en cuanto infringen el reglamento. Por
ejemplo, cuando hablan con otros prisioneros o gritan a sus guardianes.
La persona es obligada entonces a mantener los brazos encadenados
sobre la cabeza; las cadenas son bloqueadas en la parte superior de
una puerta para impedirles bajar los brazos. Así deben permanecer
durante varios períodos de dos horas. Según un detenido que sufrió
ese castigo, el mismo produce fuertes dolores en los brazos. (...)
En marzo de 2003, un responsable
estadounidense dijo a The
New York Times que Omar Faruq, detenido en Bagram
y sospechado de ser alguien cercano a Osama Ben Laden, sufrió
técnicas de interrogatorio que "no eran verdaderas torturas, pero
que se parecían enormemente". Faruq fue privado de alimentos, de
sueño y de luz, mantenido en total aislamiento y encerrado en una
pieza donde la temperatura variaba de 12° bajo cero a 38°. El mismo
mes, otros responsables estadounidenses explicaron a The New York
Times cómo fueron los interrogatorios que
debió soportar Abu Zubaydah, sospechado de ser un jefe de Al-Qaeda y
detenido, probablemente en Bagram, desde marzo de 2003. Al ser
capturado en Pakistán, Abu Zubaydah había resultado herido de
bala en el torso, en la ingle y en el muslo. Las personas que lo
interrogaban dosificaban los analgésicos para obligarlo a
hablar. Militares encargados de los interrogatorios declararon a
The
Wall Street Journal:
"El investigador puede
aprovechar los miedos del prisionero, como la fobia a las ratas o a
los perros. Se puede hacer pasar por alguien que viene de un país donde
la tortura está autorizada, o amenazar a la persona con enviarla a
dicho país. Al prisionero se lo puede desnudar, cortarle el pelo y
privarlo de cualquier objeto de culto o artículo de higiene
personal." (...)
Los muertos en detención
En diciembre de 2002 dos afganos
murieron en detención en la base de Bagram. Los médicos que
realizaron la autopsia llegaron a la conclusión de que habían sido
víctimas de homicidio.
Uno de los prisioneros, Dilawar,
de 22 años y proveniente de la ciudad de Khost, en el sudeste de
Afganistán, resultó muerto el 10 de diciembre a raíz de "golpes
contundentes sobre las extremidades inferiores, que generaron
complicaciones de una enfermedad de la arteria coronaria". El
certificado de defunción, que The New York Times
logró obtener, fue redactado por un médico militar. El otro
prisionero, Mullah Habibullah, de unos 30 años y originario de la
provincia de Oruzgan, resultó muerto el 3 de diciembre de 2002. Ante
los periodistas, un portavoz militar de la base de Bagram confirmó
que el forense militar estableció que se trató de un homicidio
causado por "una embolia pulmonar [coágulos de sangre en los
pulmones] provocada por golpes contundentes en las piernas".
Contactados por Human Rights Watch en noviembre y diciembre de 2003,
los dos médicos se negaron a testimoniar. (...)
Derechos conculcados
La prohibición de los malos
tratos y de las torturas a los prisioneros es una de las bases del
derecho humanitario internacional y de la Carta de los Derechos
Humanos. (...)
El derecho internacional
autoriza el castigo de prisioneros que desobedecen las reglas
normales de detención, pero esas puniciones deben ser establecidas
por la ley o determinadas por una autoridad administrativa
competente. En ningún caso pueden consistir en malos tratos o en
torturas. (...)
Obligar a un prisionero a llevar
cadenas por un tiempo prolongado es una violación del derecho
internacional y puede ser considerado como una forma de tortura.
El Relator especial sobre la tortura cita en numerosas ocasiones,
y en contextos diferentes, el encadenamiento prolongado de los
prisioneros como ejemplo de tortura. El secretario general de
Naciones Unidas también designó a las cadenas como un instrumento
de tortura.
La privación de sueño y la
exposición al frío son igualmente contrarias al derecho
internacional y pueden ser consideradas como torturas. El
Departamento de Estado de Estados Unidos, en su "Informe sobre el
respeto de los derechos humanos país por país", cita en varias
ocasiones la privación de sueño y el frío como ejemplos de torturas.
- El
informe completo se encuentra disponible en inglés, farsi y alemán
en el sitio internet de Human Rights Watch.
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