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Irak, el desmadreEl incremento de los ataques en territorio iraquí contra las fuerzas ocupantes lideradas por la coalición angloestadounidense ya ha provocado más muertes de militares de la coalición que las producidas durante la guerra. Cobra forma la perspectiva de una ocupación prolongada y se aleja la posibilidad de instalar en Irak un gobierno democrático. Los atroces atentados terroristas dentro y fuera de Irak, cuyas principales víctimas son civiles, no hacen más que reafirmar la posición de quienes anticiparon que el ataque contra Irak no era una medida eficaz contra el terrorismo, sino que por el contrario haría al mundo más peligroso. También en Occidente crece el repudio, como demostró la imponente manifestación en las calles de Londres durante la visita del presidente de Estados Unidos, George W. Bush.Una rebelión puede ser concretada por un 2% de activos y un 98% de simpatizantes pasivos. T. E. Lawrence En The Short Timers1, una de las mejores novelas sobre la guerra de Vietnam, Gustav Hasford cuenta cómo, enrolados en los marines, los jóvenes son tranformados en guerreros temibles para después sumirse en el caos de un conflicto donde su formación militar resultará inadecuada. No les servirá para enfrentar a un enemigo invisible, sin frente, sin retaguardia, que se mueve como un gas mortífero… Irak no es Vietnam. Pero en el curso de este “Ramadán negro” ya se ha producido una inversión de roles: los atacantes se encuentran a la defensiva. Y el cuerpo expedicionario estadounidense tiene ahora un objetivo prioritario: protegerse de los golpes que le asesta una resistencia cada vez más audaz. Las cifras son explícitas: 10 ataques contra los ocupantes en julio, 35 hasta hoy, y alrededor de 10 estadounidenses asesinados por semana. Para no hablar de los mortíferos atentados contra los refuerzos temporarios británicos, italianos, polacos, españoles… La situación se convierte en una pesadilla. Con una potencia de fuego apocalíptica, para conquistar Irak los estrategas estadounidenses se habían limitado a aplicar el axioma del mariscal Foch, según el cual la guerra moderna consiste en buscar el corazón del ejército enemigo, el centro de su poder, y destruirlo en la batalla. Una destrucción tanto más fácil en tanto el ejército iraquí se volatilizó ante Bagdad y no frenó, por así decirlo, el avance de los conquistadores: no hubo ni puentes destruidos ni aeropuertos aniquilados. Cabe preguntarse si no fue una estratagema para dejar que los invasores entraran y entramparlos después en un conflicto asimétrico de muy larga duración. Porque las fuerzas de Estados Unidos ahora están establecidas en la Mesopotamia por mucho tiempo. Toda salida precipitada acarrearía una guerra civil, una “libanización” de Irak que transformaría durante décadas a ese país en “foco perturbador” del mundo. Los teóricos de la resistencia la definen así: “El enemigo avanza, nosotros retrocedemos; el enemigo se detiene, nosotros lo hostigamos”. Sun Tsé, uno de los más antiguos pensadores de la guerra, aconseja también explotar los flancos débiles del poderoso: “Evitad su fuerza, atacad su inconsistencia”. Cuidadosos de no ofrecer nunca un blanco a los ocupantes, el objetivo de los insurrectos iraquíes consiste en imponer a los estadounidenses la línea de defensa pasiva más larga posible, que es la forma de guerra más costosa. Así es como la espiral de violencia se engranó inexorablemente. Y la represión, redoblada desde el momento en que entraron en acción las milicias paramilitares creadas por las autoridades de la ocupación, endurecería la resistencia. Las fuerzas de ocupación, desorientadas y en dificultades para distinguir a sus adversarios de sus “amigos”, se ven atrapadas en una dinámica de venganza nutrida por el odio al invasor. Multiplican así sus atropellos para con quienes constituyen un objetivo prioritario para la resistencia, que los considera “colaboradores”. Los 130.000 soldados estadounidenses2, de los cuales sólo 56.000 son verdaderos combatientes3, ya resultan insuficientes para hacer seguro al país. Irak se ha convertido en El Dorado de las empresas privadas de seguridad4. Las embajadas extranjeras, las empresas occidentales beneficiarias de los contratos de reconstrucción (esencialmente estadounidenses y vinculadas con la administración Bush)5, los ministerios y otros edificios públicos están protegidos por miles de mercenarios reclutados por oficinas privadas como Erinys, que contrató a 6.500 hombres para vigilar las instalaciones petroleras; Global Risk, que se encarga de la protección de los miembros del Consejo provisorio de gobierno; Vinnell, que entrena al nuevo ejército iraquí; Dyncorp, que forma a los nuevos policías; y Olive, que protege a los ejecutivos de las grandes empresas estadounidenses. Por otra parte, en lugar de disuadir al terrorismo internacional, la ocupación de Irak lo ha estimulado y relanzado trágicamente. Lo atestiguan los abominables atentados que se multiplican de Casablanca a Riad, de Mombassa a Estambul. Mientras tanto, el proyecto de instaurar una democracia en Bagdad se aleja día a día… ¡Qué lejos quedó el tiempo en que los “halcones” del Pentágono anunciaban que las fuerzas invasoras serían recibidas como liberadoras! Ese enorme error de análisis está en el origen del atolladero actual. Ebrios de poder, los ideólogos de Washington (Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz, Perle…) estaban impacientes por utilizar la temible maquinaria de guerra estadounidense para realizar su sueño delirante de “reconfigurar Medio Oriente”. Ahora todo se vuelve contra ellos.
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