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Alarma sobre el uso del celularEn dos décadas, el uso del teléfono celular se propagó como reguero de pólvora. Ciertos estudios demuestran que su utilización prolongada o la exposición a las emisiones de las antenas de transmisión podrían tener consecuencias nefastas sobre la salud, pero la industria refuta estos argumentos y se niega a aplicar el principio de precaución. En cuanto a los poderes públicos, están entre los abonados ausentes.El teléfono celular apareció en 1984. Veinte años después, a fines de septiembre de 2004, ascendían a 42,8 millones los usuarios en Francia contra sólo 16,2 millones seis años antes 1. Pero en septiembre de 2003, un estudio del instituto holandés TNO demostró que 45 minutos de exposición a una radiación de 0,7 V/m (voltios por metro) emitida por la telefonía móvil producen efectos nefastos sobre la salud 2. Dos asociaciones -Por una Reglamentación de las Implantaciones de Antenas de Transmisión de Telefonía Móvil (Priartem, su sigla en francés) y Agir pour l'environnement (Actuar por el medio ambiente)-, que intentan regular el desarrollo de la tecnología inalámbrica, pidieron entonces al Ministerio de Salud que realizara un estudio similar al de TNO. Nunca tuvieron respuesta. Este ejemplo, entre otros, delata la asombrosa pasividad de los poderes públicos respecto de la regulación de esta tecnología. Sin embargo, se han realizado numerosos estudios sobre animales y humanos a fin de conocer sus efectos. Algunos no demuestran nada, pero otros dejan traslucir resultados preocupantes 3, que se mantienen sin embargo ignorados porque, como algunos dicen, "las contradicciones entre los estudios dan cuenta de lo insuficiente de las pruebas, y son por ende una buena razón para ignorar las advertencias" 4. No obstante, en Estados Unidos, operadores o fabricantes de celulares están siendo llevados ante la justicia por usuarios intensivos de celulares con cáncer de cerebro. De hecho, la tecnología celular provoca dos tipos de exposición. En primer lugar, la exposición a la que se somete voluntariamente el usuario cuando utiliza su teléfono. Su aparato emite ondas alrededor de la oreja, justo al lado del cerebro. Luego está la exposición a las ondas emitidas por las transmisoras, esas antenas instaladas en lo alto de los edificios, los tanques de agua o los postes. Estas ondas, emitidas las 24 horas del día, afectan también a los no usuarios. No serían inocuas sobre la gente que vive cerca de las antenas y más particularmente sobre las poblaciones llamadas sensibles, como los niños en las escuelas, los enfermos en los hospitales o las personas mayores en las casas de salud. Estas ondas provocarían jaquecas, pérdidas de memoria, náuseas, fatiga y pérdida de sueño, y hasta cánceres, tumores o edemas cerebrales. Los poderes públicos están al tanto de estos problemas. El 5-12-01, el entonces ministro de Salud francés Bernard Kouchner declaró, refiriéndose a las 300.000 antenas instaladas en el territorio nacional: "Este desarrollo suele suscitar interrogantes respecto de los riesgos sanitarios relacionados con la exposición de la gente a los campos electromagnéticos emitidos por estos aparatos" 5. Pero, más allá de señalamientos de este orden, no habrá intervención real del poder público. Se han realizado o están en curso de realización 600 estudios sobre los efectos sanitarios de las ondas electromagnéticas: "La mayoría son financiados principalmente por los operadores. (...) Una nota de la Dirección General de Investigación del Parlamento Europeo fechada en marzo de 2001 denuncia las maniobras de los operadores tendientes a persuadir a los investigadores de ‘modificar directamente los resultados para hacerlos compatibles con el mercado'" 6. Otras cuestiones causan perplejidad. ¿A quién se confía, en Francia, la elaboración de los informes y documentos de investigación sobre los efectos de esta tecnología ? Son "casi siempre los mismos expertos (que se eligen entre sí) quienes los redactan" 7. También llama la atención la falta de objetividad de ciertos medios especializados, cuando uno se entera por ejemplo de que el suplemento sobre telefonía móvil publicado a principios de 2003 por el semanario Impact Médecine fue financiado por... el operador Orange. En Francia, las normas sobre las emisiones máximas de las antenas de transmisión establecen 41 V/m para la primera generación de celulares, de 900 megahertz (MHz) o GSM (los teléfonos sólo emiten sonido); 58 V/m para la tecnología de 1800 MHz (los celulares difunden imágenes), y 61 V/m para la tercera generación, de 2200 MHz (UMTS: los teléfonos pasan a ser aparatos multimedia). En la práctica, las antenas emiten entre 2 y 10 V/M. ¿Por qué entonces estas máximas tan altas? Por un lado, estas recomendaciones sólo tienen en cuenta los efectos térmicos de las ondas emitidas, y no los eventuales efectos sanitarios. Por otro lado, estos topes autorizan el desarrollo de una tecnología que se sofistica a medida que avanzan las generaciones de aparatos. Sin embargo, las máximas de exposición son de 3 V/m en Luxemburgo, 4 V/m en Suiza y 0,5 V/m en Toscana 8. Algunos países tomaron medidas para prohibir la instalación de antenas cerca de los lugares sensibles. En Francia, cuando éstas emiten cerca de las escuelas u hospitales, la legislación sólo pide a los operadores que tomen medidas para que la radiación sea ¡lo más baja posible! En cuanto a los pocos intendentes que intentaron prohibir la instalación de antenas en el territorio de su comuna, en muchos casos fueron desestimados -Villeneuve-Loubet o Saint-Raphaël-, especialmente por el Consejo de Estado 9. Entre los vecinos más afectados por las emisiones de las transmisoras figuran los habitantes de las viviendas económicas. Las administraciones de las viviendas económicas ofrecen en muchos casos a los operadores sitios elevados interesantes para el tendido de sus redes, y los vecinos se encuentran muchas veces inermes frente a las decisiones del proveedor de fondos. "Sobre las mismas poblaciones recaen múltiples desventajas: el desempleo, la crisis de la vivienda, los perjuicios debidos al ruido o incluso la posible cercanía de industrias contaminantes -explica Janine Le Calvez, presidenta de Priartem-; los efectos de todas estas problemáticas son los mismos: generan problemas neurológicos, leucemias, en especial infantiles... ¿Cómo probar entonces la parte generada por la telefonía móvil?" Los instaladores y reparadores de antenas portátiles también se encuentran sometidos a las fuertes emisiones de las transmisoras. Los operadores llaman a múltiples subcontratistas, que prefieren no hacer reclamos para no perder contratos. "Los sindicatos y los comités de higiene y de seguridad guardan extrema reserva sobre el tema. Lo mismo sucede con la medicina laboral. No obstante, en el marco de los males ligados al amianto, fue a través de las enfermedades profesionales que hemos llegado a algo. Con el amianto, la relación causal entre un producto y sus efectos era fácil de establecer. En el caso de la telefonía, va a ser más complejo... A fin de cuentas, las reglamentaciones son tan laxas que los operadores tienen todos los derechos. El único responsable será el Estado, que ha subastado el principio de precaución", subraya la presidenta de Priartem. En marzo de 2003, la intendencia de París y los tres operadores nacionales (Orange, Bouygues Télécom y SFR) firmaron un documento con el fin de regular las emisiones de las antenas transmisoras de la capital, donde se preveían 1081 nuevas instalaciones para 2005 10. Ninguna asociación participó en la elaboración del texto, que prevé una exposición media de 2 V/m en 24 horas, con picos de 4,6 V/m. Estas normas parisinas representan una mejora en relación con la reglamentación nacional, pero no satisfacen a las asociaciones. Stephen Kerckhove, coordinador de Agir pour l'environnement, explica: "Con nuestros escasos medios, efectuamos un lento trabajo de verificación de las emisiones de antenas. Unos quince sitios entre los cerca de mil sitios de París ya tuvieron que ser modificados. Otros lo serán. De todos modos, a partir de 1 V/m, los vecinos sienten algunos efectos. Por encima de 2 V/m, pasa a ser nocivo." En abril de 2004, la Asociación de Intendentes de Francia (AMF, su sigla en francés) y los operadores agrupados dentro de la Asociación Francesa de Operadores de Celulares (AFOM) presentaron la Guía de las Buenas Prácticas entre Intendentes y Operadores, documento realizado por la AMF "a pedido de los operadores". "Este documento no tiene ningún valor jurídico", señala Dorothée Quickert-Menzel, delegada de la asociación Consumo Vivienda Medio Ambiente (CLCV, en francés). "Es una información con un único sentido: ayudar a los intendentes a instalar sus antenas", subraya. Tampoco hubo, en este caso, participación de ninguna de las asociaciones nacionales. Las tecnologías inalámbricas se desarrollan en todos los sentidos. Se habla del Wi Fi para redes inalámbricas de alto rendimiento y para distancias cortas; del Bluetooth, un tipo de comunicación entre varios aparatos electrónicos, entre ellos los teléfonos celulares; del WiMax, un WiFi de muy alto rendimiento para las distancias largas. Sin olvidar los distorsionadores de ondas para desactivar los teléfonos celulares, allí donde son indeseables. ¿Se encargará algún día el Ministerio de Salud del tema de esta contaminación electromagnética? 11. "Entre el poder de los grupos de presión y los intereses de la salud pública -suspira Le Calvez- los poderes públicos eligieron sin duda el menos sanitario". Ajustar la regulaciónLas asociaciones no piden que se cuestione la tecnología celular, muy apreciada por la gente, sino que se regule su desarrollo. "Nosotros nos movilizamos, no contra una tecnología, sino contra un modo de obrar. Los operadores manejan todo: la técnica, el personal, los informes...", precisa Dorothée Quickert-Menzel. Las asociaciones, así como ciertos científicos, preconizan que las emisiones no superen 0,6 V/m con picos de 1V/m 12. Un estudio publicado el 11-1-05 por el National Radiological Protection Board británico (NRPB) 13 apela a una máxima vigilancia en lo concerniente a la utilización de teléfonos celulares por niños menores de ocho años, especialmente vulnerables: "Su caja craneana no está aún completamente formada, su sistema nervioso no totalmente desarrollado, y las radiaciones penetran más profundamente en su cerebro." Fue necesaria también la movilización enérgica de Priartem y de Agir pour l'environnement, que reclamaron en la misma época la suspensión inmediata de la venta de un celular con formas lúdicas -el Babymo-, explícitamente destinado a los niños de entre 4 y 8 años, para que Carrefour (de inmediato) y el Bazar del Hotel de Ville (con mayores dificultades) reaccionaran retirando el artículo de la venta. Más sensible al desarrollo de un nuevo mercado que a la salud de las generaciones futuras, ITT, distribuidor del Babymo, producido en China por CK Telecom, presentó una denuncia contra ambas asociaciones, "por haber llevado adelante campañas activas de desprestigio en su contra", que fue desestimada por el Juzgado de Primera Instancia de París. De hecho, la telefonía celular debe ser considerada un complemento de la telefonía fija y no su sustituto total. Si bien los poderes públicos se consagran al campo del automóvil y el tabaquismo, les queda un papel por jugar en materia de telefonía móvil. Sin lo cual, teniendo en cuenta la rapidez de su propagación, su amplia aceptación pública y la falta de información sobre sus eventuales efectos, ésta podría convertirse en el escándalo sanitario de los próximos años.
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