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Crecimiento, trabajo y democraciaHay una pregunta ausente, o tímidamente formulada y peor respondida, en los análisis económicos actuales: ¿el crecimiento de la producción garantiza la provisión de empleos que la evolución de una sociedad democrática requiere? Nótese que no hablamos de cualquier sociedad, sino de una que se ha dado o que intenta darse, o perfeccionar, un sistema democrático de gobierno, formas democráticas de convivencia, ya que el desempleo estructural masivo corroe inevitablemente la vida social y acaba por afectar gravemente a la democracia. Una sociedad sin oportunidades para la mayoría, estructuralmente fracturada, no vive en democracia ("libertad, igualdad...") y acaba por requerir alguna forma de autoritarismo. Suele entenderse que la democracia es previa al desarrollo económico, a la demanda de trabajo y a salarios que excedan las necesidades de reproducción de la fuerza de trabajo, de lo que un trabajador necesita para meramente sobrevivir. Pero es exactamente al revés. Las democracias occidentales modernas, es decir con inclusión y derechos para trabajadores, mujeres, jóvenes, minorías e inmigrantes, sólo fueron dibujándose en el horizonte a partir de las revoluciones industrial y agraria. Hasta la izquierda suele confundir las causas y los efectos de estos procesos, cuando se limita a vincular luchas sociales y progreso con independencia de las condiciones materiales. La rebelión de Espartaco fue necesaria y heroica, pero no tenía la menor posibilidad de triunfar. Los falansterios de Charles Fourier fueron quizá una premonición, un tanteo hacia formas de organización social que la humanidad deberá empezar a considerar a menos que opte por el suicidio colectivo, pero perfectamente inaplicables a principios del siglo XIX. Y los historiadores aún no se han ocupado a fondo de analizar la relación entre el nivel de desarrollo capitalista de Rusia a principios del siglo XX y el fracaso del intento igualitario de la revolución soviética. Es pues necesario crecer -producir bienes- para distribuir y crear así condiciones sociales que permitan vivir en democracia y en paz. Pero los desarrollos científicos y tecnológicos que ha logrado el modo de producción capitalista obligan a replantear la pregunta: ¿garantiza el crecimiento, en cantidad y calidad, la provisión de empleos que la evolución de una sociedad democrática requiere? "La gran promesa de la liberalización del comercio es crear prosperidad y empleo. Pero esta promesa está lejos de cumplirse, e incluso parece haber desaparecido de la agenda de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Mientras tanto, millones de trabajadores viven en la inseguridad que emana de la desregulación del mercado internacional. En todo el mundo, los trabajadores temen perder su empleo" 1. Si es que no lo han perdido ya... En plena euforia de la Copa Mundial de fútbol, la automotriz alemana Volkswagen confirmó el despido de 20.000 trabajadores y la aseguradora Allianz y su banco, el Dresdener, de 7.500 empleados 2; DuPont, segunda empresa química estadounidense después de Dow Chemical, suprimió 1.500 empleos en Europa 3. La lista podría prolongarse indefinidamente con ejemplos de todos los países industriales desarrollados, en los que el desempleo es estructural y las condiciones del empleo se degradan sin cesar. "En la última década, en la Unión Europea (UE) desaparecieron un millón de puestos de trabajo sólo en el sector textil y para los próximos cinco años se esperan pérdidas de la misma importancia. En los países en desarrollo, muchos trabajadores se ven obligados a aceptar condiciones de trabajo peores que las precedentes" 4. ¿Sólo en los países en desarrollo? Además de los despidos, la Volkswagen de Alemania anunció a los que quedan que si no aceptan trabajar siete horas más a la semana por el mismo salario, levantará los bártulos y se instalará en otro país 5. Y en Estados Unidos, la más grande automotriz del mundo, General Motors, ha comenzado a contratar trabajadores temporarios a 16 dólares por hora, después de haber despedido a miles de fijos que ganaban 27 6. Esta imparable ola de despidos, que afecta a todas las ramas de la producción, está facilitada por la irrupción de la informática, la robótica y otros desarrollos científicos y técnicos que desplazan progresivamente al trabajo humano. Pero también está dictada por la necesidad: el modo de producción capitalista sufre de una marcada tendencia a la disminución global de la tasa de ganancia, un fenómeno anunciado ya en el siglo XIX y escasamente analizado ahora que se verifica 7. Es así que el sistema se ha lanzado a una imparable fuga hacia adelante: predominio de la especulación financiera y, en el terreno de la producción, búsqueda incesante de menores costos, sobre todo salariales, pero también sociales, fiscales, sanitarios, ambientales, etc. Los bajos salarios no afectan, todo lo contrario, a los "superejecutivos", que son justamente los encargados de las grandes operaciones de limpieza. Casi todas las empresas que las han emprendido logran ganancias excepcionales, esquivando así -al menos por el momento- la tendencia global a la baja 8. ¿Y qué mejor que los países en desarrollo, hambrientos de todas las hambres, para obtener condiciones favorables? Las "deslocalizaciones", designación latina del traslado de una empresa o parte a otro país donde los costos son menores (outsourcing, en inglés), aparecen como la panacea moderna para el subdesarrollo, al menos para la mayoría de dirigentes políticos y medios de comunicación. Si Volkswagen se va de Alemania puede que venga aquí, se frotan las manos los polacos flamantes miembros de la UE, los eternos aspirantes turcos y, por supuesto, otros países árabes, asiáticos y latinoamericanos. ¿Quién da más; o mejor dicho, quién pide menos? En otros tiempos, una nueva fábrica representaba nuevos puestos de trabajo directos e indirectos, la elevación general del nivel salarial y una garantía de continuidad, en la medida en que el objetivo era el mercado interno. Actualmente, la creación de empleos y la mejora salarial es mucho menor en términos relativos y la continuidad no está garantizada en absoluto, ya que no habrá ampliación de mercado -o no será suficiente- y la misma lógica de abaratamiento impulsará mañana otro traslado, algo de lo que pueden dar fe los trabajadores de las maquilas mexicanas 9 y hasta algunos sectores de la producción en China, ese país-fenómeno del crecimiento mundial con base en la ausencia de libertades y una mano de obra a dólar por jornada de hasta doce horas 10. En India, donde se ofrecen condiciones similares, los dirigentes tratan de curarse en salud, seguramente en vano, regulando el outsourcing 11. En resumen: se produce más con menos trabajo; el trabajo efectivo es cada vez peor remunerado y las condiciones generales empeoran; los países en desarrollo deben competir entre sí rebajando al infinito sus pretensiones -si es que las tienen- para obtener "inversiones" que en el mejor de los casos enriquecerán a unos pocos y mejorarán las condiciones de vida de algunos, pero no contribuirán al bienestar general y pueden esfumarse en cualquier momento. Por último, una economía puede crecer fuertemente y al mismo tiempo generar exclusión masiva y grave deterioro democrático, tal como ocurrió en Argentina en la década de los '90 12. ¿No es hora de revisar a fondo las expectativas basadas en "el crecimiento"? ¿No será necesario comenzar a debatir alternativas al modelo, en lugar de perseguir espejismos?
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